miércoles, 25 de diciembre de 2013

Liliana Alvarez: Jornadas de Psicoanálisis, Salud y Políticas Públicas del año 2011.

             Bueno, les agradezco a los chicos que me hayan invitado. Me gusta pasar por estos lugares.

Cuando hablé con ellos, les pregunté de que les gustaría que hablara, e incluso les conté por donde andaba yo, entonces acordamos en comenzar por entrevistas preliminares, diagnóstico y de ahí en más ir armando. De todos modos a mi me gustaría antes hacer un poco de historia, pero no una historia cristalizada sino comentar algunas cosas de lo que es nuestro origen y que todavía nos sostiene en nuestro quehacer.


 Además porque hay prácticas que están aún institucionalizadas bajo ese cuerpo de conceptos, principalmente las que provienen de Anna Freud y de Melanie Klein. En esa controversia podemos observar los puntos de riesgo de la práctica, ya que la condición de lo inconciente que nos atraviesa, como Sujeto barrado que somos, nos hace terreno fértil para el desplazamiento  de nuestra posición de analistas.


 Cuando Lacan presenta el Estadio del espejo en un congreso de la IPA, había violentos conflictos encabezados por ambas psicoanalistas en torno al psicoanálisis de niños, así la revisión del psicoanálisis en sus fundamentos se realiza a  partir de estas dos mujeres, situación que fue posible en parte, porque los analistas hombres estaban destinados a su presencia en la guerra.


Melanie Klein proviene básicamente de todo el movimiento freudiano, todos los conceptos que elaboró estaban atravesados por Freud.  Anna Freud proviene básicamente de la Pedagogía, ella trataba de trabajar con los padres ya que el gran tema era el temor o agravamiento de los síntomas al salir de una escena en la que el centro de gravedad, para ella, eran los padres.


Respecto de Melanie Klein ella trabaja básicamente con conceptos que provienen de Freud, de todo lo que Freud  trabaja  como pulsión de vida y pulsión de muerte y sobre la problemática tópica, ello, yo y superyó.


Melanie Klein es una verdadera iniciadora  en el psicoanálisis con niños desde el movimiento freudiano. Comienza a trabajar con los niños, no tanto bajo la mirada de los padres, diría casi nada bajo la mirada de los padres. Comienza a trabajar con la psicosis. Al principio analiza a sus hijos,  porque en realidad no había campo prácticamente para poder  analizar.


Independiente de cómo uno haga intervenir a los padres, según la singular circunstancia de cada paciente, esta posición de Klein  habla del concepto de niño como sujeto en cierto modo independiente de sus padres,  sin los temores que el psicoanálisis despierte movimientos pulsionales que generen conflictos generacionales o desbordes en los diques represivos.


Hay algo que ella introduce y que yo quería destacar brevemente, que son dos cosas. Lacan retoma a Melanie Klein: una de las cuestiones es la Imago, no porque sea un concepto de ella, sino porque frente a la disputa con Anna Freud lo que ésta decía era que no había posibilidades de que exista la transferencia   porque la libido estaba directamente puesta en el objeto real que eran los padres. Lo que va a decir Melanie Klein y ahí está la realidad psíquica, tal como ella la rescata, es que los chicos procesan una imago, hay una  introyección, decía ella, de lo que es la imagen real de los padres y automáticamente ésta es transformada, o sea que nunca habría una “verdadera” realidad, sino una realidad psíquica. 


La otra cosa interesante que ella toma es respecto de cómo va a establecer el aparato psíquico. En los primeros meses de vida se producen una serie de procesos en esa  formación del aparato psíquico, pero lo que interesa destacar es que surgen primero la posición esquizo-paranoide y luego la posición depresiva. Donde ella va a decir que la fijación en esos niveles en el adulto, es en la esquizo-paranoide la problemática de la psicosis: la paranoia o la esquizofrenia. En la posición depresiva se asientan las depresiones o la psicosis maniaco-depresiva. Lo interesante de esto, o lo que yo quiero marcar es la idea  de posiciones, no de estadios o de algo que quede fijado como desarrollo evolutivo. En la Universidad veíamos lo psíquico, nos enseñaban lo psíquico  en psicología evolutiva, pero lo determinante era lo biológico.  Lo que no quiere decir que nosotros no tengamos en cuenta, y mucho más en los chicos, pero en los adultos también, el hecho de  que el cuerpo  forma parte de lo psíquico y donde el cuerpo determina lo psíquico a su vez. Eso es fundamental, por ejemplo si nosotros trabajamos el caso Juanito, es muy claro Lacan, cuando dice en el seminario de las relaciones de objeto, que el pene real de Juanito es lo que le va a provocar angustia de castración, él habla de pene real y entonces estamos hablando de lo que implica también todo lo que tiene que ver con determinados momentos en los que somos atravesamos por el cuerpo de una forma singular, digamos, por lo que se siente, por las cuestiones sexuales básicamente.


Hay algo que Melanie Klein decía, que el análisis con niños se tenía que hacer de una manera que respetara todas las reglas del análisis, no como Anna Freud cuyo planteo era que tenía que haber un trabajo de preparación para poder ingresar al niño en el análisis. Ella utiliza el juego, es una  técnica que ella realiza a través de algo que es en el mejor de los casos, lo común en el niño, digo en el mejor de los casos porque nosotros lo que esperamos como analistas es que los niños puedan jugar, el juego lleva todo un proceso de simbolización que le permite repetir en transferencia la relación con sus imagos y a su vez repartir. ¿Qué quiere decir repartir? Repartir su hostilidad y su amor, o sea su ambivalencia,   lo que a través del concepto de vida y de muerte ella trabaja como objetos buenos y objetos malos. Primero esa ambivalencia  está absolutamente repartida en objetos buenos y en objetos malos, objeto parcial. En la etapa depresiva va a incorporar mucho más a la madre y se la incluye  como persona total, M.K le da mucha importancia a lo que es la simbolización en el niño, ¿por qué? Porque  lo que  la simbolización   permite  en el trabajo con niños es, dada la hostilidad y agresividad estructural    , lo que le  permite es  transferir lo pulsional sobre el objeto, movimiento que le va a producir  ansiedad, ya que  se va a acercar a los padres reales, entonces los vuelve a desplazar y  vuelve a producir ansiedad,  y eso se ve en el trabajo  con los niños donde hay toda una serie de situaciones que producen ansiedad, desconfianza, miedo, otra vez ansiedad y los niños vuelven a buscar los juguetes o cualquier elemento  que permitan representar su mundo imaginario. Entonces es muy importante tomar esto en función de lo que habla Freud  en la vivencia de satisfacción. No se puede encontrar el pecho tal como el niño lo alucina  en tanto queda una  hiancia, una diferencia y ahí se abre el campo del deseo, porque lo que se busca es el objeto que se perdió. Y es también lo que dice Lacan en el seminario II, que el mundo se organiza en función de la sustitución de objetos. Es importante aclarar que lo que hace a la diferencia del niño y el adulto respecto de lo que estamos hablando, es  el material en que se sostiene el significante, juguete u otros objetos  al que el adulto no recurre. Cuando el niño habla también porta la palabra en el tratamiento. La diferencia no estaría entonces en el mecanismo de sustitución.


Todas esas cosas ya estaban claramente dichas en Melanie Klein. Lo que ella decía era que el analista no debe preferir ningún papel en particular, y esto es muy importante en lo referente al juego con el niño  porque nosotros tenemos que ofrecernos para que ellos puedan poner en nosotros lo que ellos quieren, lo que ellos necesitan,  es decir los mencionados  elementos o material que usan  para desplegar lo imaginario, a lo que Melanie Klein le da mucha importancia.


Esto muchas veces es un arma de doble fijo, porque por ejemplo decía: hay que preguntarle al niño: “¿qué querés que diga?“, o “¿cómo te respondo?”. Entonces el niño puede decir: “sos una pelotuda porque no sabés hablar”. Dolto decía que uno parece una idiota que necesita los argumentos, esto es un arma de doble filo porque   realmente hay chicos que son tan tiranos, para decirlo vulgarmente, en el juego, que no nos dejan interpretar directamente. No dejan que exista una palabra que provenga del analista  con lo cual es muy importante que uno se ofrezca al juego del niño como personaje, pero también es importante que el niño pueda escuchar una palabra que venga del otro lado y que no sea solamente la que provenga de su propio imaginario.


De todos modos hay otra cuestión. Antes quiero decirles una cosita que tiene que ver con Ana Freud y que es  la pedagogía, ella decía que había que saber  de pedagogía y que el trabajo tenia que ver con la represión de la pulsión, e incluso de poder decidir qué parte pulsional reprimir. Esto es algo muy importante para trabajarlo porque es algo que a nosotros “nos puede suceder” sin acordar con esa teoría, este es un lugar donde  nos podemos deslizar de nuestra condición de analistas, en lo pedagógico, porque los padres piden, entre otras cosas, que los eduquemos (a sus hijos). Este es un punto que abre a la demanda de los padres. El análisis de los niños pone a los padres en un lugar muy complicado, es fácil que los padres se desborden y en realidad lo que quieren es que los niños respondan a su propio narcisismo, en relación  a sus propios ideales y además que respondan  a una sociedad que espera determinada cosa de los chicos. Por lo tanto esto de hacer pedagogía no es acorde al método,  uno puede identificarse con el padre y querer el bien del niño en función  de satisfacer a sus  progenitores.  


De todos modos una cosa es el deslizamiento en nuestra posición como analistas y otra  es trabajar con en base a ese cuerpo de conceptos. Una cosa es equivocarse y otra es equivocarse sin saber que se está equivocando. 


A partir de estos planteos Lacan va conociendo a Melanie Klein, eran mas o menos contemporáneos y a Lacan le empiezan a interesar ciertas ideas , él toma  de ella el estatuto de sujeto , las relaciones de objeto, el objeto parcial, el objeto total, el despliegue de lo imaginario.   


Cuando yo cursaba en la universidad, estudiábamos mucho Melanie Klein, entonces pensaba ¿ yo tengo que decir toda esa sarta de boludeces, no se?


 Después cuando comencé a trabajar con niños pequeños me di cuenta de que no era un delirio,  los niños pequeños pueden llegar a decir absolutamente cualquier cosa, que no es cualquiera  precisamente, lo pulsional se representa  de un modo que nos descubre aquello  escondido  tras la amnesia  infantil.   Se puede observar en el caso Juanito, por ejemplo.  Lacan entonces se interesa por ese mundo imaginario, cuando él trabaja  en relación a Juanito y  dice que la fobia no hay que tramitarla en el sentido obviamente, de la psicología  experimental, tomando el objeto   fóbico, por ejemplo, como que el caballo es el papá y solamente el papá, sino que lo que es importantísimo es el despliegue lo imaginario para que haya movimiento significante, para que no sea univoco, para que cada significante se ponga en relación a otro, y ahí va  a surgir el sujeto ,  en la variedad de lo que representa caballo. Esto es claro en el despliegue que hace Freud cuando presenta a Juanito.


Lo que se toma ahí es una posición y no un estadio, posición en el sentido de una operación psíquica. La operación es de sustitución: la primera es Padre-Caballo.


Arminda  Aberastury  ve a una nenita que acompaña a la mamá, que era paciente de Pichon Riviere, la nenita estaba diagnosticada como hebefrénica y es ahí donde comienza para ella  el psicoanálisis con niños. El síntoma que tenía era que no podía aprender nada, entonces ella la toma en tratamiento. Ella va diciendo que una de las razones fundamentales por las cuales la niña no podía aprender era  que había toda una serie de mentiras y ocultamientos alrededor de la enfermedad de la madre.


Toma todos conceptos kleinianos para trabajar, pero la diferencia que ella hace al principio es el trabajo, las  entrevistas  con los padres, yo no les puedo contar la cantidad de cosas que Arminda Aberastury le preguntaba, haciendo la salvedad de que no tiene que ser un interrogatorio, pero eran elementos  que para conocer a un niño son muy importantes, porque ella preguntaba sobre la lactancia, sobre el dormir, bueno toda una serie de preguntas impresionantes, que duraban bastante tiempo realmente y es muy interesante encontrarse con esos textos porque eso habla de lo fundamental que es para ella la relación de la madre con el niño y de la madre con el núcleo familiar.


Por ejemplo consideraba   que había que poner un tiempo determinado de amamantamiento,  ahora pareciera que los chicos toman la teta todo el tiempo que quieren. Decía también que era importante que el niño tenga una determinada ausencia-presencia, que no había que alimentar todo el tiempo al niño, que el niño tenía que estar   sustentado por palabras y contacto físico, pero no necesariamente alimentos, porque ahí estamos en el terreno de la psicosis con el alimento permanente.


La otra cuestión interesante  a la que refirió es la del dormir, porque muestra que a partir del sexto mes, y ahí lo vemos también en el estadio del espejo, cómo se producen determinadas operaciones  que son de mayor exigencia para el niño, la angustia de los ocho meses, cercano al hablar, y el caminar. Aparece con frecuencia el insomnio al que ella le daba mucha importancia porque decía que era una de las cosas que más se veían.


Después lo que ocurría era que se creía en la profilaxis, en la prevención, entonces se hacían grupos de madres  en los cuales se hablaba de psicoanálisis y se le daba consejo a los médicos, a los pediatras. Cuando en esa época por ejemplo los chicos comenzaban a comer a los tres meses, ella decía que no era conveniente porque el chico no está preparado ni psíquica neurológicamente para recibir una cuchara, es decir un elemento  que no fluya permanentemente y además no está preparado para no tener el contacto con la teta o con un biberón.


Le daba muchos consejos a los padres, aunque luego reconoció que no eran convenientes, porque los padres en realidad  no tienen otra opción que ser atravesados por lo inconsciente, y no son actos voluntarios. Por ejemplo le damos un consejo: no duerma con el niño, y continúan durmiendo con el niño. Eso  hacía obstáculo,  producía grandes frustraciones. Se encontraba,  con una gran obediencia al analista o  un gran rechazo  que conducía a sacar a los niños del tratamiento porque y como decía Melanie Klein, lo que no se puede reparar, termina siendo destruido.


Por otro lado decía que en el contrato analítico se tenía que explicar que no se iba a ocultar cuando aparecía lo de la sexualidad, lo de la religión,  y las mentiras  como en el caso de la adopción.


 Dolto, que es una francesa que toma bastante de Klein , dice del niño como síntoma de los padres. Problema que plantea- un tanto enigmático-, Lacan,  creo que da para bastante discusión. Comienza  un nuevo e importante movimiento en torno al Psa con los niños en el cual se pasa de la caja de juego a la palabra, y ahí hubo un momento, una posición de duda que también les pasó a nuestros maestros, entonces nosotros, principiantes,  no sabíamos si hablar con el chico, si jugar, si el juego era o no interpretable.


Entonces en este momento, que fue un momento bastante crucial, a esto creo yo que responde Dolto cuando dice que ella no trabajaba con niños hasta los cinco años que no estén en presencia los padres, por un lado era porque ella decía que  los padres tenían que intervenir en relación a lo edípico con el hijo, por ejemplo en relación a la prohibición del incesto. Y por el otro lado porque trabajaba mucho con el discurso de los padres. Los analistas de niños discutimos toda una serie de cosas en relación a los padres. Muchas veces es necesario recibir a los padres, por la angustia, porque hacen resistencia, porque nos piden entrevistas, pero es bastante problemático fuera de las primeras entrevistas porque de lo que hay que cuidarse mucho es de no tomar elementos de esas  entrevistas  para interpretación con los chicos. Yo no sé si queda claro esto.


 Cuando uno tiene una entrevista con los padres ¿que se hace? Se les dice a los padres que el chico va a saber de lo que se hable, pero primero se le pregunta al niño si está de acuerdo. He pasado meses sin que el niño quisiera que el padre acuda a un encuentro conmigo.  . A veces los niños no quieren escuchar sobre lo dicho con los padres porque tienen miedo de lo que pueda ser descubierto, pero  creo que es fundamental poder hablarlo, cuando el tiempo sea propicio, de lo contrario se instala una cierta opacidad entre el niño y el analista  fértil a la resistencia.


No es pertinente al método  si uno tiene un material que el padre nos comunicó, por ejemplo algo que ocurrió en determinado  momento, para interpretar en una sesión con el paciente. Lo que hace al movimiento del sujeto en  análisis es seguir su despliegue imaginario representado en el juego, la palabra, el dibujo, etc.,  campo en el que aparece, por el trabajo analítico, el JUEGO SIGNIFICANTE.


Lo que decía  Dolto es que no pueden esperar los padres que nosotros seamos ni médicos, ni profesores, eso me parece extraordinario que los padres sepan  que nosotros trabajamos con lo simbólico. Después está Piera Aulagnier...Va a ser una deuda.


Vamos a dejar acá, yo les voy a decir lo último y es la cuestión de pensar, no quiere decir que lo vamos a trabajar hoy, es otra deuda, pero es pensar ¿qué diferencias habría entre lo que son las entrevistas preliminares y lo que es un diagnóstico? Y por el otro lado ¿que diferencias habría entre lo que nosotros llamamos un diagnóstico y un psicodiagnóstico?


miércoles, 6 de noviembre de 2013

III Jornadas de Psicoanálisis, Salud y Políticas Públicas. Panel: Transferencia en la psicosis. Juan Ritvo y Luis Giunipero.



Buenas noches a todos, y bienvenidos a este segundo panel del día de apertura de las III Jornadas de Psicoanálisis, Salud y Políticas Publicas de la Cátedra Libre Oscar Masotta. Panel que como ustedes estarán al corriente, hemos nombrado: “Transferencia en las Psicosis”.
 
  Hoy, 55 años después, aun nos resulta conveniente, o al menos así lo creemos, resguardar el lugar de “cuestión preliminar” a la discusión en torno a todo tratamiento posible de las Psicosis. No justamente porque esperemos hallar en esta ocasión aquello “posible”, sino porque de lo que se trata en estos momentos (no sin efectos sobre lo anterior) es de no dejar morir ciertos debates que atraviesan el tema. Efectivamente, y en tanto la cuestión apremia: El avance de la clínica ninguna de la farmacología -pero también de aquellas posiciones “progresistas” que conservan una imagen romántica de la locura- deben ser puestas nuevamente en entre dicho, hoy, cuando estas avanzan con la carga ideológica propia de las banderas del “progreso”. No resulta curioso, por otra parte, el hecho de que ninguna de las dos posturas, o podríamos decir: “resistencias” al discurso de la locura sean algo realmente novedoso... y es que hasta cierto punto, pareciera ser el mismo barro de antaño donde seguimos forcejeando, claro... hoy ya secado por el sol.

  Dentro de esta cuestión preliminar hay otras cuestiones que retomar, y seriamente: estabilización, suplencia, terapizar, analizar... pero también inconsciente, deseo, sujeto, fantasma, transferencia... ¿y es que acaso alcanza solo con decir forclusión?.



  Además en ello, la relación entre neurosis y psicosis se encuentra concernida, en tanto los modos de pensar la una no son indiferentes a la otra... y además ¿cuál es la otra?, ¿cuál es la una?. ¿Es que acaso plantear a la psicosis, privativamente por la vía de la forclusión del Nombre del Padre convierte inmediatamente a la neurosis en algo así como la estructura normal?. ¿Debe entenderse entonces la psicosis como un déficit en relación a la estructura de la neurosis?.

  Otra pregunta: ¿Es entonces la psicosis aquello que solo vemos, y solo con esfuerzo, por sobre un muro – haciendo nuestro pie en la neurosis?. ¿Qué es además este muro?... ¿No decimos con esto acaso simplemente que la locura no es solo cosa de la Psicosis, sino que el problema está en que el psicótico no comparte esa locura fálica de masas, del neurótico?. Pero entonces, para acercarnos a ella, ¿habría que hacer pie en la neurosis, en la significación fálica, o no es esto más que una barrera?. Para negar la relación del sujeto psicótico con la realidad se suele acudir a las ideas de “comprensión”, “orden fálico”, es decir, el orden de todas esas “pequeñas ideas” que como mencionaba Lacan los psiquiatras, o mejor dicho: el discurso psiquiátrico (corriente tanto entre psicólogos como psicoanalistas), introduce para tomar distancia... 

 
 Ahora bien, ¿no sería la Psicosis, más que un déficit, un interpelador de la misma teoría psicoanalítica como de la práctica del psicoanálisis, al interrogarla en sus puntos sensibles?. Algo de esto entendemos que hay en esa relación inaugural de la experiencia lacaniana, la de su Aimée. Pero que también se encuentra presente en las conclusiones de “Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia descrito autobiográficamente”. Pues si hablamos de lenguaje, y parafraseando a un psicoanalista argentino... ¿no es justamente
allí en los límites de la palabra, en los puntos donde esta aparece como más conflictiva, como es el caso del  psicótico (pero también del niño), no es justamente allí donde aparece la mayor tentación de abandonar el psicoanálisis por otra cosa?.

  La posición ética del analista, más allá de los modos particulares de intervenir en cada caso.. su posición básica y estructural, la de ceder la posición subjetiva, dar la palabra; esta posición... ¿es solo para la neurosis?... La transferencia... ¿es solo neurótica?  ¿Y si es que acaso en la psicosis no hay transferencia, por que debería entonces implicarse allí el psicoanálisis?, ya que la clínica psicoanalítica es una clínica transferencial, y si es que no hay tal cosa en la psicosis, entonces por qué tendría algo que decir el psicoanálisis?.

  Lo que así comienza nuevamente a moverse, a despertar de su largo letargo es la pregunta acerca de la cuestión de la nosografía freudiana, si es que acaso hubo alguna vez una. Entonces otra vez, ¿que son las estructuras, como entenderlas, como se las oye en la práctica analítica?, ¿se trata tan solo de designar un mecanismo por cabeza?... ¿en qué lugar queda parada la psicopatología?... o al decir de otro psicoanalista argentino: “¿No convendría hablar más bien de diferentes respuestas del sujeto ante una falta radical que afecta a la estructura?”

  Pero en fin, no hacemos más que repetir cosas que ya están dichas, re-alimentar discusiones que ya tienen polos bien definidos, pero de lo que pensamos que se trata ahora  no es tanto de tomar posición en ellos. Con Masotta, decimos que de lo que se trata en definitiva, es de cómo comprendemos al hecho de que traicionamos allí mismo donde creemos repetir, mientras repetimos donde pensamos estar innovando. Pero justamente, en ese lugar ocurre que la comprensión toma sus mayores recaudos.
 




viernes, 11 de octubre de 2013

Ser hablados por el fútbol. Con el Patón Guzmán, Kurt Lutman, Guille Formica, Cristian Colusso, Martín Llull y Yuri.

Por Cátedra Libre Oscar Masotta

En el instante previo al momento de comenzar a dar rienda suelta a este escrito, es decir, al puntapié inicial, me pregunté desde qué lugar me posicionaría para poder decir algo en relación al fútbol. Si lo haría como estudiante de Psicología desde un discurso académico; o como analista en formación desde las ideas de Freud y Lacan; o tal vez, como una de las pocas cosas que creo que más o menos me sale bien, a saber, como hincha de fútbol. 

El hecho de haber nacido en Rosario, más la particularidad de haber crecido junto a un padre extremadamente apasionado por el fútbol y formar parte de un grupo de Amigos bien bien futbolero, me llevó a ubicarme en aquella última posición que nombré, donde a decir verdad, me siento muy a gusto.

Vuelvo a Rosario. Los inagotables testimonios que nos llegan por parte de periodistas, viajantes y futbolistas que han desembarcado en nuestras orillas para vivir de cerca la experiencia local y que posteriormente han regresado a sus fincas, nos anotician que por estas tierras se da un fenómeno único en el vasto territorio nacional. Fenómeno tal definido literalmente como “la forma apasionada e intensa en la que se vive y se respira fútbol”.

¿Qué querrán decir con esas palabras?
En contraposición a la doctrina freudiana que en la primera tópica ubica al principio de constancia como regulador del aparato psíquico y que en sus reformulaciones posteriores de 1920, ubica un más allá del principio placer, me atrevo a afirmar que en esta ciudad para los amantes del balompié, el único regulador anímico, termómetro del alma, productor de homeostasis mental, es ni más ni menos que el resultado del domingo.

Pienso en un ejemplo y ya que estamos hablando de pasión, me referiré a un matrimonio de adultos, más específicamente a la conducta del hombre en relación a dicho resultado. Hay tres situaciones posibles: la derrota, el empate y la victoria.
Entonces digo, si el equipo de este hombre cae derrotado, esa misma noche cenará en su casa con el televisor apagado y en el ambiente reinarán el silencio y la tensión y, además, estará totalmente prohibido hacer mención alguna a la cara de culo de este buen hombre como también se aconseja a la mujer de la casa evitar afirmaciones como “Seguro que tenés esa cara porque perdieron” o “No te hagas problema que ya van a volver a ganar”. De más está decir que esa noche, por supuesto, no habrá sexo.

La cosa cambia un poco de color si su equipo empata. Todo depende de cómo se haya desarrollado el score. Si el equipo que obtuvo el empate es el de nuestro hombre, seguramente esa noche pedirán comida a una rotisería. Un pollo al chimichurri con papas se me ocurre. Pues bien, si es a su equipo a quien lo han empatado ya estamos hablando en otros términos. Es más, si este empate ha sido alcanzado en tiempo de descuento esto será vivenciado angustiosamente como una cruda derrota. Tampoco habrá sexo esa noche.

Ahora bien, si el equipo ha conseguido el triunfo, este humilde y trabajador hombre gozará de una felicidad inexplicable durante los próximos siete días. Es más, si esta victoria ha sido decorada con una goleada, ese plus de goce, nuestro amigo invitará a su señora a comer una parrillada en zona sur con vino de la casa y agua nerviosa. Luego darán algunas vueltas en auto, posiblemente un heladito por ahí y, por supuesto, esa noche, SI habrá sexo.

Es que es así la forma en la que vivimos, sentimos y respiramos fútbol, porque, a fin de cuentas, ESO es lo que nos sale del alma: En la oficina, arriba del 153 junto el chofer, en la escuela, facultad o en un café nos la pasamos hablando de fútbol. Hablamos y hablamos. Ojo. No somos los únicos. Otros también se ocupan de él: periodistas, estadistas, políticos y hasta el mismísimo Papa, que para colmo ahora es argentino e hincha de San Lorenzo, el “Santo”. Qué casualidad.
Entonces, digo, hablamos de fútbol pero a su vez, somos hablados por el fútbol ¿De qué forma? ¿Acaso existe solo una forma?

Algunos sectores que concentran poder intentan imponer su receta como la única, y vaya que han hecho estragos.

Eduardo Galeano, charrúa de ley e hincha ferviente de Nacional, nos dice en su libro “El fútbol a Sol y Sombra”:

“La historia de fútbol es un triste viaje del placer al deber. A medida que el deporte se ha hecho industria, ha ido desterrando la belleza que nace de la alegría de jugar porque sí. En este mundo del fin de siglo, el fútbol profesional condena lo que es inútil, y es inútil lo que no es rentable. A nadie da de ganar esa locura que hace que el hombre sea niño por un rato, jugando como juega el niño con el globo y como juega el gato con el ovillo de lana: bailarín que danza con una pelota leve como el globo que se va al aire y ese ovillo que rueda, jugando sin saber que juega, sin motivo y sin reloj y sin juez.”
Gracias a Dios, pero no el Dios del cristianismo, nuestro propio D10S, el Diego, existen otras formas de ser hablados por el fútbol, que lo colocan a uno ya no en una posición de “hablar de”, sino más bien, de hacer hablar al fútbol.

En nuestra historia los ejemplos abundan. Enumero algunos.

Rattín, histórico crack de Boca Juniors, profanó la alfombra roja de la reina de Inglaterra en el mundial del ´66. Sentado plácidamente sobre dicha alfombra, tuvo tiempo de estrujar el banderín del córner que tenía la bandera de Gran Bretaña, mientras lo despedían 70.000 ingleses al grito de “animals, animals”, tal como los habían empezado a llamar a los argentinos por esas tierras. O animarnos a decir que el Mundial de fútbol organizado en nuestro propio país en el año 1978 fue utilizado como instrumento distractor de un pueblo, que desvió su atención de la realidad terrorífica que se vivía por aquellos días. Muestra de ello es nombrar que a 600 metros del Estadio Monumental de River Plate donde se disputaba la final, se encontraba uno de los ex-centros de detención clandestina ubicado en la entonces Escuela Mecánica de la Armada, donde los gritos de gol de las multitudes silenciaban los gritos de dolor de los compañeros torturados, asesinados y desaparecidos ¿O qué decir, también, de Hans Jorritsma, defensor de aquel plantel holandés rival de la selección argentina en la final que se negó a recibir su premio de las manos del genocida Jorge Rafael Videla? Este gesto le costó una sanción por parte de la federación holandesa de fútbol que le significó no volver a jugar nunca más con su seleccionado. Algo similar realizó el arquero de Suecia, Ronnie Hellström, quien acompañó a las Madres de Plaza de Mayo en la ronda tradicional de los días jueves en vez de asistir a la ceremonia de inauguración.

Y sigo: Mauro Javier Amato jugando para Atlético de Tucumán allá por 1998 hizo un gol en un clásico y se quitó la remera exhibiendo otra cuya leyenda afirmaba “AGUANTE LAS MADRES DE PLAZA DE MAYO”. Vale destacar que en aquel momento la provincia de Tucumán era gobernada por el dictador Bussi, lo cual le costó meses y meses de amenazas. En esa misma dirección Kurt Lutman celebró un gol en plena dictadura institucional de Eduardo J. López con una casaca pintada a mano que rezaba: “CÁRCEL A VIDELA Y A TODOS LOS MILICOS ASESINOS”. En esa serie ubicamos la militancia política de un puñado de jugadores por recuperar el patrimonio y revertir la decadencia institucional de los clubes de sus amores. Las islas Malvinas y los pañuelos de las Madres estampados en el buzo del “Patón”, el torneo inicial que lleva el nombre “Nietos recuperados” y la lista que es interminable.
Entendemos al fútbol como un discurso social enraizado en la cultura argentina que nos atraviesa. A su vez es una práctica social que hace anclaje en lo territorial no sin causar efectos. Productor de lazo social y generador de identidad cultural.
Ese es el partido que queremos jugar, ese “Otro fútbol[i]” es el que queremos revelar ¿Cómo pensamos hacerlo? A través de la vía del relato, de las anécdotas, las experiencias y los recorridos que han y vienen realizando quienes hoy se encuentran aquí presentes. Porque como dijo el Diego “la pelota … LA PELOTA NO SE MANCHA”.





[i] “El Otro Fútbol” es el nombre de la película de Federico Peretti que recomiendo fervientemente que la vean.

lunes, 7 de octubre de 2013

Ciclo: Memoria, identidad cultural y violencia en el fútbol.

Si ensayamos una juntura entre la historia del fútbol y la historia de nuestro país, vamos a encontrar que en ocasiones, la escena del fútbol ha servido para visibilizar las contradicciones jugadas en las redes de poder de esta última.

 Rattín -histórico crack de Boca Juniors- profanando la alfombra roja de la reina de Inglaterra en el mundial ´66, algunos años antes de que Dardo Cabo aterrizara un avión secuestrado en Malvinas poniendo la bandera Argentina en el territorio usurpado por los ingleses. Sentado plácidamente sobre la alfombra roja de la reina Isabel de Inglaterra, que se extendía desde la cancha al palco real, tuvo tiempo de estrujar el banderín del córner, que tenía la bandera de Gran Bretaña, mientras lo despedían 70.000 ingleses al grito de “animals, animals”, tal como los habían empezado a llamar a los argentinos por esas tierras.

 Año ´82, el equipo campeón del ´78, más el refuerzo del Diego, descubre en España las mentiras propagadas por la dictadura militar respecto a cómo acontecía la Guerra de Malvinas. Los cuerpos pagan el costo de una política. Cuatro años después, un decálogo de simbología maradoniana: la mano de dios y el mejor gol de la historia de los mundiales.

 ¿Alguien puede despegar estos acontecimientos, efectuados desde el contacto con un balón de fútbol, perpetrados a través de la destreza de alguien que desde los suburbios, desde el aura de los postergados, se carga encima la historia de un país para invertir la dirección de la humillación, para hacer sentir que bajo una casaca transpirada reside algo, un tufillo de dignidad que se politiza en un grito que hace comunidad por unos segundos? -pero qué distinta sería la vida sin esos segundos, qué distinto se contarían las cosas sin ese toque de pasión, de irracionalidad, sin el instante en el que la red tensionada se trastorna de su propia imagen cristalizada. Decíamos… ¿Alguien puede despegar estos acontecimientos de nuestra Historia nacional?

 Decimos que el fútbol es importante más allá de lo que nombramos como “fútbol profesional”. Ningún relevamiento respecto a lo que implicaron los lugares públicos de nuestra ciudad podría omitir la historia de los potreros y su disolución. Aquí enlazamos una vez más el barro y la Historia.

 Además el “para todos” del fútbol depende de la política de los Gobiernos, sino lo público se transforma en “ver sólo al público”. Pero señalamos algo: hay una violencia, una desmesura cubierta con residuos de marketing político, que encuentra su escenario en el fútbol. Que se hace ver allí. ¿No es acaso un analizador de la ciudad que haya sido imposible jugar los últimos clásicos pautados? ¿Y esa violencia, no nos genera preguntas?

 El fútbol fue una de las pocas instituciones que, a su manera, resistió a los ´90, al menos, conservando
 la masividad, lo populoso. A su vez, desde allí se repite la consabida frase de que sólo se trata de un negocio. Nadie niega este aspecto, pero reducir el fútbol a un negocio, y decirlo desde la Universidad sería tremenda hipocresía. La permeabilidad al mercado a través de la industria de los medicamentos en “lo universitario” acumula puntos en el PBI nacional. El negocio del fútbol, en comparación, parece sólo una cuestión de monedas.

 No desconocemos la complejidad, ni la permeabilidad a las estructuras del narcotráfico en algunas tribunas. Pero señalemos: no es algo obvio esto que sucede en el fútbol, razón que nos permite suspender los prejuicios en función de relanzar las preguntas junto a los protagonistas y junto al público que asista, porque justamente, algo singular del fútbol, es que el protagonismo es de todos.

 Participa: el “Patón” Guzman (NOB), “Chiri” Colusso (RC), Guille Formica (CC), Kurt Lutman (Nob)

miércoles, 2 de octubre de 2013

Texto de la Masotta leído en la Jornada de Derechos Humanos Memoria y Presente.


¿Qué se precisa para homenajear a nuestros compañeros ausentes, aquellas vidas singulares,  intransferibles: alumnos de la casa, psicólogos, militantes políticos, amigos, novios, hijos, padres?  

¿Qué es acaso un homenaje? ¿De qué se tratan las identidades políticas con las que tanto hemos insistido? ¿Se trata de nuestra identidad? ¿Se trata de la de ellos? O es que quizás hay una hiancia, un entre, un entre-nosotros. Íntimo. En silencio. 

Nuestros compañeros pensaron en los que venían, y se imaginaron un mundo distinto. Y con esa imagen, esa causa, se jugaron la vida. 

Nosotros nos criamos después de esa encrucijada, de esa vuelta que fue de derrota. Ante el horror, ante el silencio. 

¿Qué bocas podían gritar tanto dolor?

Había que caminar, circular alrededor de un simbolismo, de una plaza que encerraba otras promesas para la Historia Argentina. 

La recepción primera fue cargada con todo ese horror. Un relato que comenzaba en el '76, o en el '74, pero que dejaba por fuera toda la historia anterior. El horror en una temporalidad exterior al tiempo, que hacía desaparecer palabras, trozos de verdades que circulaban en un tejido social vapuleado, dañado por la profundización de las mismas políticas neoliberales que implantaron con el Golpe civiles y militares.

Erradicaciones programadas, pero que no hicieron más que poner en marcha una memoria que no olvida, ni perdona. ¿A quién? ¿Acaso alguien pidió perdón?

“El límite de esta democracia es el terror”, dijo León Rozitchner a finales de los '80. 

En esa época, Paco Urondo no fue incluido en el informe de la Conadep. Su militancia contrastaba con la figura del desaparecido des-historizado, al que se le borraba la identidad, tanto en lo personal como en lo concerniente a lo político. 

Si bien estaba en juego proteger a los sobrevivientes de lo que no se sabía que podía venir, lo que circuló como marca fue la teoría de los dos demonios, diseminando el “por algo será” -propaganda oficial de la dictadura para promover la delación en la ciudad.

Con el antecedente de los Juicios a las juntas, llegaron las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. En los '90, los indultos. Compartir las calles con las sombras. Alfredo Bravo y Miguel Etchecolatz en un programa de televisión. A la par, los medios de comunicación cómplices de la dictadura manifestaban apoyar las banderas de los DDHH.

Madres, Abuelas, Hijos, nietos… los sobrevivientes, los ex presos, construyeron una acumulación que tendió puentes generacionales e instó a la población a participar contra el olvido y el silencio. Sin este testimonio, sin esta militancia, la "verdad oficial” se habría impuesto.

Esta acumulación permitió que a partir del año 2003  las leyes del olvido fueran depuestas bajo el gobierno de Néstor Kirchner, quien desde su discurso inaugural en la presidencia, se reconoció como miembro de la generación que hoy estamos homenajeando. 

Esto implicó un marco de legalidad vehiculizada a través de los juicios, lo que generó condiciones para el retorno de una gestualidad simbólica: en el hecho de bajar el cuadro de Videla, en la acción de recuperar los espacios que testimoniaban lo sucedido, en el accionar de una política de la memoria en las escuelas. Mientras que los familiares y los compañeros comenzaron a agregar junto al nombre propio el ámbito de militancia en los recordatorios a las víctimas del terrorismo de Estado.

Sería impensado esto sin algo del desalojo del terror en nuestros cuerpos.

En este período, los organismos de Derechos Humanos tuvieron y tienen un protagonismo político por fuera del lugar de “museo viviente” que ciertos discursos quisieron asignarles. Esto trajo costos.

El retorno no fue sólo de las cosas positivas. La desaparición de Julio López, el asesinato de Silvia Suppo, las constantes amenazas, las embestidas a las Madres y a las Abuelas. El retorno de una memoria que reintroduce la teoría de los dos demonios en el campo de lo mediático, recuperando aquello que diseminaron en la sociedad argentina a partir de las publicaciones oficiales y anónimas de aquellos nefastos años.

Combates por la memoria. Tiempo donde convergen retornos distintos. Donde los lenguajes coagulados ayudan a que se cierren los oídos, cuando más que nunca es necesario que estos se abran. Porque el sentido de aquellos años está en el centro de la disputa actual por el modelo de país.

Antes del horror existió un modo de construcción en lo sindical, en lo territorial, y en la universidad, una acumulación crítica, un modo de praxis política, que aún permanece en reserva. Que aún nos interpela.
Homenajeamos la vida de nuestros compañeros, porque los reconocemos… los reconocemos en una proeza que no queremos que quede en la nada…

Creemos que reivindicar el lugar de militantes políticos de los compañeros es recuperar la voluntad transformadora de toda una generación y proyectarla en nuestro futuro.

Para cerrar queremos leerles el poema “Otra Cosa” de Francisco Urondo:

Queridos hijitos, su papá poco sabe de ustedes
y sufre por esto. Quiere ofrecer un destino
luminoso y alegre, pero no es todo
y ustedes saben:
las sombras,
las sombras,
las sombras,
las sombras,
me molestan y no las puedo tolerar.

Hijitos míos, no hay que ponerse tristes
por cada triste despedida:
todas lo son, es sabido,
porque hay otra partida, otra cosa,
digamos,
donde nada,
nada
está resuelto.